domingo, 27 de diciembre de 2009

De mil mascaras y otros demonios

Hace semanas que no escribo, no sé si será buena idea forzarlo, simplemente lo hago como experimento. He notado que solo tengo verdadera necesidad de escribir en momentos cruciales para mi cabeza, situaciones que me marcan y me dejan expuesto. Es algo extraño ya que cuando escribo así, todo sale por inercia, supongo que es porque solo en esos momentos soy yo y pierdo todo tipo de barrera con mi verdadera personalidad.


Llegue a elaborar la teoría que me relaciono con el mundo bajo diferentes mascaras, algunas mas fáciles de ver a los ojos, porque las mascaras tienen ojos, ellos te dan la posibilidad de observar la realidad de la forma que mejor combina a la hora de usar la máscara, son una parte importante de ella, siendo que sin ellos aun quedarían nuestros ojos, algo que no pude permitirse jamás, son como un filtro que esconde el alma y dejan tu cabeza en piloto automático.

Es mas fácil interactuar con otros con mascaras, en algún punto todas las mascaras son propias, pero sabemos que no son reales, o en realidad si, el punto seria cuantas realidades pueden albergarse en un solo contenedor, un copón con múltiples personalidades y el mismo vacio que duele cuando el silencio se vuelve a escuchar.

Sin embargo no creo que haya algo malo en mi relación con el mundo atreves de ellas, es mas fácil interactuar con todos, el único problema es que dentro de mi crece el miedo a marchitar el rostro real que hay detrás de estas mascaras, como la piel cuando pierde contacto con la luz solar durante mucho tiempo comienza a enfermarse y al contacto de los rayos se lastima y en ella aparecen dolorosas ulceraciones.

Es normal preguntarse en este punto el por qué de el uso de estas mascaras, es fácil de decir que es por el miedo a mostrarse real, al rechazo, pero estoy bastante seguro que no es asi. Poca importancia me da lo que piense la gente de mi y es una afirmación de lo mas sincera, creo que en realidad proviene de otro lugar. Se relaciona con el hecho de lo poco que entiendo al rostro bajo las mascaras, es un ser incontrolable al que temo mirar a los ojos, porque esos ojos no tienen filtro y duelen, duelen hasta la medula.

Uso estas mascaras para evitar la alienación, son útiles durante periodos, funcionan de cierta manera cíclica, pero hay un quiebre en cada ciclo donde la máscara deja de surtir efecto y deja pasar algo de realidad. Algo en mi me aleja del resto, odio esa sensación, odio ver a las personas que quiero tan lejos de mí, se abren entre ellas una brecha insondable, los digiero y veo su fealdad, de alguna forma adivino su futuro y el mío, me hastío de su alma, mis ojos alcanzan a ver su corrupción y sus errores, veo su simpleza. Yo envidio esa simpleza. Envidio su naturalidad para caminar sobre la realidad. Cada paso que doy en ella me lastima.

Acabado el periodo de alienación ocupa su lugar en el ciclo uno de plasticidad, adoro esa plasticidad cuando no soy consciente de ella, son tiempos de ensueño y vahos pesados, donde me permito librarme de mi mundo pesimista. Solo desearía q esa plasticidad fuera eterna.

Como un actor me disfrazo y me caracterizo de la forma más adecuada, siempre sentí una gran facilidad para engañar al resto. Todo esto suena a delirios de grandeza y es posible que lo sean, poco me importa también.
Con el tiempo se puede llegar a ver un patrón en la mayoría de la gente, te das cuenta de que palabras quieren escuchar y que lado quieren ver de tu cara, no siempre puedes ofrecer lo que necesitan, pero con practica se logra llevar bastante bien la situación. Esta es una alquimia bastante impía, te seca, te vuelve soberbio y corrupto.
Vendí mi alma al diablo hace tiempo, solo por un par mascaras y unas clases de actuación.