Uno, Dos y Tres

 I

Junio
Buenos Aires
Subte linea D

Un hombre, a quien llamaremos X, camina hacia la ventanilla, aguarda en la cola unos segundos. Tiene la mente en blanco, esos segundos no son ocupados ni por deducciones, cuestionamientos filosóficos, arte, música, literatura rusa existencialista, ni siquiera se preocupa por esa filtración en el baño de su departamento, simplemente nada.

Llega su turno en la cola, pide un boleto y aguarda pacientemente en el anden esperando la llegada de la maquina, como siempre su mente sigue en blanco.

La formación se avecina, X sube y revisa cuanto tiempo tiene hasta llegar a su estación, piensa que todavía tiene mucho tiempo de sobra, había salido demasiado temprano de casa y los transportes se complotaron llegando sorprendentemente rápido, no le importa demasiado, estaba acostumbrado a esperar, se dedica a mirar por la ventanilla del vagón y una sensación de asco le surge de su interior, la ventanilla, no quería ver las entrañas de la ciudad, le resulta desagradable ese conjunto de túneles, quién habría ideado esas ventanas dentro de una maquinaria semejante, claro que habrían sido útiles en una época, pero con el avance de la tecnología los problemas de ventilación ya estarían solucionados y sin embargo esos monstruos de metal siguen guardando esas aberturas como un vestigio de sus antepasados.

Gusanos gigantes, lombrices solitarias dentro de los intestinos de un monstruo aun mas grande de concreto acero.

Súbitamente sale de ese trance y se siente estúpido por pensar así, qué podía saber él sobre el diseño de semejante artefacto, seguramente esas ventanas tenían una razón de ser, una razón mas grande y de la que no había podido percatarse. Nuevamente X se hunde en la nada y espera paciente.

II

Junio
Buenos Aires
Un edificio como cualquiera en el centro de la ciudad

En otro lugar, Z aguarda el momento para salir, se viste, se maquilla sin mucho esmero, solo quiere ocultar sus ojeras para que no le sean tan chocantes al mundo, no le importa demasiado su apariencia, toma sus cosas y abandona la habitación. Baja la escalera y camina hasta toparse con Callao, sube por la avenida hasta llegar a Del Libertador, la guía dice que hacia la izquierda.
No parece ser el lugar que busca, desilusionada guarda su cámara y emprende la marcha de vuelta a su habitación.

Antes de llegar decide que tiene hambre, no había desayunado, se detiene en un café de luces tenues y mayormente iluminado por el sol que entra a través de grandes ventanales. No entra mucha luz, es un día nublado. Pide un te con limón y tostadas con manteca para acompañar.

Ya ha pasado un semana y no logra encontrar lo que vino a buscar. Tampoco sabe muy bien que busca. Quiere un par de tomas, pero eso lo podría haber conseguido en cualquier otro lado. Pero no esta en cualquier,lado, esta en Buenos Aires, en una pensión. Sola en una pensión de Buenos Aires.

III

Junio
Buenos Aires
Algún hospital publico

V mira desde una ventana alta. Tiene la mirada fija en la nada, mira a los autos que pasan cerca, mira a las madres con nenes enfermos y envueltos en varias capas de ropa que intentan parar el frió.

Ayer fue un día húmedo, piensa. Odiaba los días húmedos, susurra.
V cree que el tendría que haber esperado un día mas.
Recuerda que ayer el cielo estaba manchado y que la tarde del día anterior el sol había bajado dejando un archipiélago de miel y algodón de paisaje.

Se siente mal por él, pero no como debería. Le causa asco esa sensación.
Debería estar devastado, pero no se siente así, esta confundido con eso. Seria mas fácil si estuviera llorando a los pies de la cama.
¿Años de lejanía me cambiaron? Piensa
Espera haber cambiado, no es mejor opción la de siempre haber sido así.

Enciende un cigarrillo, le importa poco que sea un hospital.